jueves, 9 de abril de 2009

Fieles convertidos en Jesucristo

La Semana Santa es una ocasión para recordar la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo; sin embargo, la celebración en las Filipinas es muy extraña.
En ningún lugar del mundo se vive la pasión de Cristo con tanto fervor,
Los fieles, convertidos en Jesucristo. Recorren las calles de multitud de pueblos en Filipinas como lo hizo su Mesías hace dos milenios. Pero, a diferencia de lo que sucede en otras procesiones,o via crusis como quieran llamarlo, aquí los clavos de los crucificados, cuyo número roza la treintena, miden 13 centímetros y son de acero, y la corona de espinas de Jesús no es ningún plástico. Como tampoco lo son los latigazos que se propinan los penitentes. Se flagelan y de esta forma hacen promesas especiales. Los hombres andan con los pies desnudos durante horas con el calor de mediodía, parando cada pocos metros en altares donde los residentes locales cantan un texto que relata la pasión de Cristo.
Rubén Enaje, pintor de profesión, 43 años fue el primero que se crucificó, según cuenta, se cayó de un andamio de un tercer piso en el año 1984 y milagrosamente resultó ileso. Es por eso que le prometió a Dios que se iba a crucificar todos los viernes de Semana Santa, por un período de 20 años como manera de agradecimiento. Una vez clavado en el madero, Enaje reza por su familia, por el país y por todos los presentes.
Esta costumbre es muy antigua, desde hace ya más de medio siglo, sin embargo es sólo desde 1992 que se cuenta con crucificados reales.

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